El acoso escolar o mejor conocido como “bullying”, es un tema que como padres nos sigue preocupando, pues es un reflejo del nivel de agresión y violencia que se vive en el mundo actual.
El bullying se define como un comportamiento repetitivo de hostigamiento e intimidación, cuyas consecuencias suelen ser el aislamiento y la exclusión social de la víctima.
El perfil del agresor o el que comete bullying es por lo regular un chico resentido con su entorno y que disfraza una autoestima muy baja. Inconscientemente se siente devaluado e inmerecedor del afecto de los demás, y no está contento con su lugar en el mundo. Sin embargo, se esfuerza por proyectar exactamente lo contrario: fuerza, seguridad y poder.
En cuanto a la víctima o “bullee”, suele verse atrapado en sentimientos de miedo e inferioridad. La experiencia de ser acosado atenta contra su autoestima, y le hace perder confianza en si mismo. Por ende, tiende a aislarse y a dejar de percibir la escuela como un sitio seguro.
Normalmente el bullyier suele escoger a víctimas con rasgos de introversión o con dificultades para integrarse al medio social. Normalmente escogen a niños tímidos y no populares, pues debido a su personalidad, difícilmente se les enfrenta.
La mejor arma para proteger a los niños del bullying es la observación constante de posibles cambios de conducta en cada uno de ellos, y la observación atenta de la formación/disolución de los grupos sociales dentro de la escuela.
Hay que mirar detenidamente a los niños que se aíslan, que lloran fácilmente, que evaden ir al recreo, o que se ven constantemente temerosos. Hay que estar atentos al tipo de bromas que se hacen dentro del salón, pues casi siempre reflejan al agresor y a las víctimas.
En casa, también es importante observar la actitud del niño hacia la escuela; son síntomas de alerta cuando presenta constantes dolores de estómago o de cabeza o si manifiesta expresamente no querer ir.
Si existe una sospecha de bullying, aún cuando el niño no diga mucho, es necesario actuar de inmediato, consultar a los expertos, solicitar apoyo en la escuela, tratar de buscar una solución al problema.
El silencio es el peor enemigo, la pasividad es el segundo peor. Frente al bullying no hay tiempo que perder, hay que actuar.
Por: Lourdes Plata
Psicóloga terapeuta
No hay comentarios:
Publicar un comentario